domingo, 31 de julio de 2011

La magia de la página en blanco

El áspero aroma del café recien hecho me hace la boca agua. La taza está al alcance de mi mano, pero contengo las ganas de darle un sorbo para tratar de retrasar el placer. Frente a mí, el cursor parpadea impaciente, y su rítmico parpadeo me apremia a comenzar a escribir.
Acaricio las teclas, indeciso, sin saber muy bien como acometer el texto. La página en blanco que tengo ante mí puede convertirse en cualquier cosa: una obra de arte, un relato divertido, una porquería que duela al leerla... Depende de mí, solo de mí. Y por un momento, mientras vuelvo a sentir el cosquilleo del café en mi nariz, evoco los motivos que me llevan a estar aquí.
Esa es la magia de la escritura. Lo que escriba puede acabar en la papelera de reciclaje o en las estanterías de mis librerías favoritas. Solo la constancia, la fe en lo que escribo y la firmeza de mi propósito decidiran una cosa u otra. Caraballo me demostró que era posible, y Mil cosas que no te dije antes de perderte es la confirmación de que en esta vida se puede conseguir cualquier cosas si la deseas lo suficiente.
Por fin pruebo el café, y mientras lo saboreo mis dedos comienzan a teclear sin saber muy bien dónde me llevarán mis palabras. La familiar sensación de congoja ante la página en blanco desaparece tan rápido como surgió, y la pantalla comienza a llenarse de palabras vacilantes que contemplo bajo el embrujo de la escritura. Me gusta escribir. Mi cabeza van llenándose de imágenes que trato de transcribir con la mayor exactitud posible, mientras me maldigo por no poseer la destreza narrativa de Perez-Reverte, José Saramago, o Antonio Muñoz Molina. Voy dejando atrás algunas erratas anotándolas mentalmente para regresar a ellas más tarde, pero sin dejar de escribir por miedo a que se pueda romper el hechizo que hace que mis dedos se muevan cada vez más deprisa.
En la casa, el único sonido audible es el de mis dedos tecleando. Para mí, el mejor sonido del mundo.

2 comentarios:

  1. Que bonito!! y te maldices ¿por qué? ¿por no tener la destreza de otros? Tú tienes la tuya propia que no está nada mal y el tiempo y los años y los libros que vayas escribiendo te la irán mejorando y puliendo, haciéndola cada vez mejor y por día más parecida a la de tus ídolos de las letras incluso puede que mejor.

    Besitos

    Mary H

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  2. El "orror vacui" a la página en blanco: qué angustia y qué placer al mismo tiempo; es la paradoja permanente con la que convive el escritor y el poeta, la que le lleva a la desesperación o a la esperanza de ver o no terminada la obra algún día. Y aún así, sabiendo lo que le espera, siente un inmenso placer, con su café, su copa, su cigarro, su soledad, su silencio... al enfrentarse día tras día al maldito papel en blanco.
    Benito, te envidio, porque eres un privilegiado.

    Salud y República.

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