viernes, 20 de noviembre de 2015

Cicatriz, de Juan Gómez-Jurado


Hace sólo unas horas que terminé de leer Cicatriz, la última novela de Juan Gómez-Jurado, y aunque lo que en un primer momento me pedía el cuerpo era sentarme a escribir mis impresiones para no dejar que se enfriasen, conseguí a duras penas reunir algo de paciencia y tomarme un tiempo de reflexión para templar los ánimos antes de plantarme ante el teclado. Porque a mi cabeza acudían una y otra vez palabras como magnífica, adictiva, sublime o la peor de todas: Obra maestra. Y creo firmemente que, en caliente, los planes y las reseñas nunca salen bien 


Como digo, he tardado unas horas en mandar al cuerno mi escasa paciencia y sentarme a aporrear una reseña que no creo que esté a la altura, ni mucho menos, de las sensaciones que esta lectura me ha provocado. 

No se puede decir que Cicatriz sea un thriller. Para nada. Sería como decir que un Ferrari es un coche. Una definición que se quedaría corta, cortísima, porque un Ferrari es más que un coche. Y Cicatriz es mucho más que un thriller.


Alternando los hechos enmarcados en la actualidad con varias elipsis y saltos al pasado, y la narración omnisciente con el relato en primera persona que, dicho sea de paso, Gómez-Jurado maneja con una soltura que roza lo grotesco, Cicatriz se levanta a base de retazos que el lector se ve obligado a ensamblar para dar sentido a una historia que se retuerce, convulsiona y gira de un lado para otro como un cachorro de Fox terrier adicto a la efedrina a la hora del baño. Una novela de pesadilla que convierte el paso de las páginas en un acto irrechazable y obliga al lector a devorar cada párrafo con la angustia de saber que las decisiones que toman sus protagonistas tendrán consecuencias catastróficas tanto para ellos como para sus seres queridos. Sí o sí.

Cicatriz es una de esas novelas de las que no vale la pena desgranar el argumento. Ni siquiera dar pistas sobre lo que el lector va a encontrar cuando cruce la puerta que con tanto esmero ha tallado Juan Gómez-Jurado. Personalmente, prefiero que el lector se adentre en la jungla que es Cicatriz con la mente abierta, limpia de prejuicios, espoleado por la curiosidad de saber por qué demonios todo el mundo habla de esta novela. Únicamente voy a compartir algo que ya ha pululado suficiente tiempo por las redes sociales como para convertirse en material no clasificado y, por tanto, apto para el consumo, diga lo que diga la maldita OMS: Las dos primeras frases de Cicatriz:


¿Me creéis si os digo que al reescribir estas dos frases he sentido erizarse hasta el último vello de mi cuerpo? ¿Alguna vez habéis notado ese cosquilleo en las cervicales, preámbulo del escalofrío que en unas décimas de segundo hará convulsionar la columna vertebral entera con un ramalazo  de dolor extrañamente placentero?

Todo eso es Cicatriz.


P.S. No dejéis que os lo cuenten.



domingo, 1 de noviembre de 2015

Antonio Muñoz Molina, el oficio del escritor

Os invito a disfrutar este interesante documental sobre Antonio Muñoz Molina y el oficio del escritor. Una aproximación a la trayectoria vital y profesional de uno de los mejores autores del país.

¡Muy interesante!