viernes, 27 de diciembre de 2013

Antología de relatos IBERIA SUMERGIDA

Hace algunos meses me ofrecieron la posibilidad de participar junto a otros nueve escritores en la elaboración de una antología de relatos de terror y ciencia ficción. Aunque no se trata de mis géneros literarios preferidos, este grupo de autores consiguió contagiarme su entusiasmo y decidí sumarme al proyecto a ver "qué salía".
El resultado es la antología IBERIA SUMERGIDA, una recopilación de diez relatos únicos y originales que harán las delicias de los amantes del terror y la fantasía, prologada por el escritor Bruno Nievas.
Podéis descargarla en Amazon y en la plataforma Bubok de forma completamente gratuita. Os aseguro que no os arrepentiréis.

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¡Espero vuestros comentarios!

martes, 26 de noviembre de 2013

La figura del Agente Literario



A pesar de que su presencia pasa muchas veces desapercibida, el Agente Literario es uno de los elementos clave del ecosistema editorial. Su función principal es la de representar a los escritores y conseguir que sus manuscritos caigan en las manos adecuadas, algo fundamental para conseguir un buen contrato de edición.
En cierto modo, el escritor que quiera ser Escritor, con mayúsculas, entendiendo este oficio como el hecho de dedicarse a escribir y a promocionar su obra, difícilmente podrá hacerlo si no tiene agente. Demasiado a menudo los autores se ven en la obligación de ejercer funciones que poco tienen que ver con la creación literaria: buscar editorial, hacer contactos en Ferias del libro, negociar contratos y porcentajes… Este agotador y usualmente desalentador proceso mina la energía y la moral de muchos creadores de historias, y tiene consecuencias nefastas. Muchos abandonan el oficio, tiran la toalla al no percibir recompensa a sus esfuerzos o recurren a la edición digital como forma fácil de ver reproducida su obra. Eso sin contar, naturalmente, los que sufren las estafas y los engaños de los sinvergüenzas que abundan en este mundillo.
En este sentido, creo que la existencia de agentes editoriales es fundamental para la profesionalización del oficio.
El periodista y escritor Daniel Heredia, en su blog A los libros, ha sido uno de los pocos que ha logrado romper el hermetismo que parece rodear a la figura del agente literario por medio de una serie de extensas e interesantes entrevistas a algunos de los más representativos. En su blog podéis leer la entrevista a Palmira Marquez, de la Agencia Literaria Dospassos, y a Eduardo Melón Vallat, de la prestigiosa AMV Agencia Literaria.
Echadles un vistazo, porque no tienen desperdicio.

sábado, 9 de noviembre de 2013

lunes, 21 de octubre de 2013

Artículo en IWRITE MAGAZINE


 
Lo podemos comprobar si echamos un vistazo a los escaparates de las mejores librerías de la ciudad, pero también podemos palparlo en el ambiente, intuirlo en cada noticia sobre corrupción y desfalco que leemos en los periódicos, y sentirlo cada vez que somos testigos de una injusticia. El resurgimiento del género negro es un hecho, y gran parte de culpa la tiene la época incierta que nos ha tocado vivir.
No debemos olvidar que este género surgió durante la época de la gran depresión, entre los años 20 y 30, como respuesta al sentimiento de injusticia y malestar social que imperaba en las calles y asfixiaba los corazones de los norteamericanos que veían como la corrupción se convertía en la norma, y los políticos en los que depositaban su confianza resultaban parecerse tanto unos a otros que, a menudo, llegaban a olvidar de parte de quién estaban.
En medio de un ambiente tan sórdido y desalentador, era inevitable que surgieran plumas tan poderosas como las de Raymond Chandler o Dashiell Hammett, entre otros, y plasmaran esta realidad de forma tan cruda y efectiva que enseguida se convirtieron en objeto de culto por parte de los lectores. Detectives fracasados sin nada que perder que se sumergían en los casos más complicados con la obstinación y la tenacidad de un perro de presa, a sabiendas de que sus esfuerzos no obtendrían más recompensa que una reprimenda por parte de sus superiores o una sonrisa de una chica que, por lo general, estaría enamorada de otro hombre.
A diferencia de otras modas literarias, tales como las sagas vampíricas, las novelas relacionadas con los templarios, o la reciente y arrolladora intrusión de las novelas eróticas, se podría decir que el resurgimiento del género negro no responde a una necesidad comercial, sino más bien a una necesidad social. Corrupción, malversación de fondos, suicidios, extorsión… son términos que hace tiempo que han dejado de ser patrimonio exclusivo de la ficción y han pasado a formar parte de nuestro día a día. En este contexto, resulta inevitable que los lectores reclamen obras que retraten este panorama tan actual, tal vez para darle algo de sentido a lo que les rodea.
De la misma manera, resulta inconcebible que los creadores de historias no se dejen influir por el ambiente de pesimismo y miseria que les rodea, salpicando así sus novelas, relatos o poesías y cultivando, a veces sin querer, un género tan hermoso y necesario como es el género negro.
Pepe Carvalho, Philip Marlowe y Sam Spade fueron testigos de una época oscura y deprimente, conformando junto a otros personajes un legado asombroso que nunca volverá a repetirse. Muchos han sido los imitadores que han intentado crear historias protagonizadas por detectives sospechosamente parecidos a los anteriores, fracasando estrepitosamente en el intento.
Por suerte para los amantes del género, en la actualidad la producción de literatura negra cuenta con formidables autores que dejan el pabellón bien alto con respecto a sus antecesores. Así, podemos disfrutar de las aventuras de la Comisaria Brunetti, de Kurt Wallander, de Jack Reacher y de Harry Bosch. John Rebus y, más recientemente, Kostas Jaritos se unen a la larga lista de herederos de Marlowe y Spade y son capaces de hacernos permanecer en nuestra butaca preferida durante horas,  devorando un capítulo tras otro en el pellejo de estos héroes incomprendidos.
¿Y qué decir del producto nacional? Lorenzo Silva, Ramón Palomar, Víctor del Árbol, César Pérez Gellida, Gonzalo Garrido… Autores que, cada uno con su propio estilo, son capaces de ponerse a la altura de los Michael Connelly, Andrea Camilleri o Donna Leon y decirles «Aquí estoy yo», y cuyas dotes narrativas han sido premiadas de manera unánime tanto por el público como por la crítica. Una hornada de autores que tiene mucha culpa del actual esplendor de la novela negra.
Por desgracia, el resurgimiento del género viene acompañado del oportunismo de quienes, viendo el negocio fácil, tratan de escribir y de editar novelas que pretenden ser negras, tan descafeinadas y faltas de energía que dudosamente se podrían calificar como tal. El lector avezado sabrá distinguir el grano de la paja, y reconocerá tales obras como lo que son: el intento desesperado de quien, a falta de imaginación, trata de subirse al carro de las modas aunque eso implique meterse en el jardín ajeno.
Y es que el escritor de novela negra debe ser inmisericorde, impulsivo, y no debe tener miedo a ensuciarse las manos ni la conciencia. La novela negra debe surgir desde algún lugar entre el corazón y el estómago, en ese punto incierto donde se mezclan las ganas de vivir, los remordimientos, las náuseas, la cólera…
El buen escritor de novela negra no es el que se aventura en el género por curiosidad o ganas de innovar. El buen escritor de novela negra es aquel que no es capaz de escribir otra cosa, porque nunca se lo perdonaría.


lunes, 14 de octubre de 2013

Las segundas partes nunca fueron TAN buenas



Debo confesar que cuando cayó en mis manos Dies Irae, la segunda parte de la novela Memento mori, estaba algo asustado porque no cumpliera las expectativas generadas por su predecesora. Cesar Pérez Gellida puso el listón muy alto con su primera novela, algo que puede pasar factura incluso a los más grandes de este oficio pero, tras un par de capítulos, pude comprobar que no tenía nada que temer.
Pérez Gellida aprovecha esta segunda novela para desplegar todo su arsenal de destrezas narrativas. El reencuentro con los personajes que ya aparecieron en Memento mori se produce de forma muy natural, tanto que se podría comparar a un reencuentro con viejos amigos, y las sorpresas se van sucediendo a lo largo de la novela reservando, como todo buen narrador, lo mejor para el final. El resultado es una historia que no decae en ningún momento, que atrapa desde las primeras páginas y consigue mantener el ritmo capítulo tras capítulo, con la dificultad que eso conlleva.
A lo largo de la novela, Cesar disecciona algo tan delicado como fue el conflicto de Los Balcanes, desnudando sin pudor la “cara B” de la guerra, todo eso que no muestran los telediarios y que apenas trasciende a los medios de comunicación. Al sumergirse en la novela, el lector puede evocar sin mucho esfuerzo aquella guerra televisada a la que asistimos como telespectadores durante la década de los noventa, y cuyas consecuencias todavía no han terminado de disiparse, como los rescoldos de una hoguera mal apagada.
En definitiva, si Memento mori fue magnífica, Dies Irae sólo puede calificarse de brillante.
Bravo por el autor.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Una reforma a destiempo



Una reforma a destiempo

«Mira, es muy fácil».
Le digo que no, que no hace falta que me enseñe nada, pero insiste.
«Si es sólo un momento, ya lo verás».
Hace clic en el enlace y se abre una ventana emergente. Una caja de diálogo le pregunta si quiere guardar el archivo o ejecutarlo. Lo ejecuta, obviamente, con la desgana de quien ha repetido ese mismo gesto un millón de veces antes. En menos de dos minutos tiene una novedad editorial descargada en su ordenador, y yo sin aliento. No hace ni tres horas desde que ese libro salió al mercado, pienso. Mi amigo me obsequia con una sonrisa socarrona, orgullosa. Como si en lugar de descargarse una novela hubiera accedido a los ordenadores centrales del Pentágono, jugándose la libertad.
«No voy a pagar por algo que puedo conseguir gratis», razona, y estoy a punto de darle la razón. Eso me lleva a pensar que la piratería no es un problema de educación ni de valores, como nos quieren hacer creer desde ciertos foros. El germen de la piratería es la impunidad, la facilidad con la que cualquier usuario con un nivel mínimo de conocimientos de informática puede acceder a contenidos que no deberían estar ahí. Páginas web que todo el mundo conoce pero que, inexplicablemente, continúan funcionando como si nada.
La reforma del código penal contempla penas de hasta seis años para los responsables de las páginas que ofrezcan contenidos protegidos. Resulta evidente que esta medida por sí sola apenas perturbará el negocio de la piratería en España, y que debería ir acompañada de una campaña de concienciación del ciudadano y de revitalización de la industria cultural. Introducir penas para los responsables de los principales proveedores de obras protegidas no es una simple concesión ante las voces que reclaman más control en este sentido, sino algo necesario y fundamental si queremos avivar un sector cultural y editorial que languidece por momentos.
La última editorial en darse por vencida ha sido Libros del Silencio. Entre los motivos con los que explicaban su cese se encontraban «la piratería y los graves problemas económicos». Para ellos, la reforma del código penal llega tarde. ¿Cuántas editoriales más tendrán que echar el cierre antes de que se tomen las medidas oportunas para evitar la piratería y el enriquecimiento de quienes negocian con lo que no es suyo?


viernes, 20 de septiembre de 2013

Reseña en la web "Libros que hay que leer"

Hace unos días se cumplieron dos años de la salida al mercado de mi segunda novela. Dos años de alegría, de aprendizaje, de conocer a personas interesantes y de luchar por conseguir visibilidad entre el mar de novedades editoriales que inunda cada mes las librerías.
¿Qué mejor manera de celebrar este segundo aniversario que recibiendo una reseña tan positiva y entusiasta como la que me dedican en la web Libros que hay que leer? No se me ocurre ninguna, así que os dejo el enlace para que le echeis un vistazo:


Ya os podéis imaginar la "cara de tonto" que se me quedó al leer esta crítica. ¡Orgulloso es poco!

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Es nuestro momento



Es imposible eludir la realidad incierta y sombría que nos rodea, ni ignorar que nos ha tocado vivir una época de miseria y vanas esperanzas. Este ha sido un verano agridulce, cuyo pan de cada día ha sido el conflicto en Siria, el aumento del paro hasta cifras desorbitadas, la sombra de la corrupción que pende sobre el gobierno y que amenaza con extenderse sobre la familia real…
Si bien es cierto que este blog es un lugar dedicado al mundillo editorial, y no a la actualidad nacional, no creo que sea posible separar ambos conceptos tan fácilmente. El pesimismo generalizado también influye en la calidad y la temática de las novedades editoriales, sólo hay que observar cómo el género negro se va imponiendo al resto de novedades editoriales. No en vano se trata de un género que surgió durante la Gran Depresión de 1929, como respuesta a la demoledora crisis mundial que tuvo lugar durante la década de los años treinta y cuarenta. Es imposible que, con la que está cayendo, no se produzca una nueva época de esplendor de este tipo de literatura.
No obstante, tengo la firme creencia de que poco a poco todo volverá a su cauce, y de que esta etapa postvacacional puede ser un punto de inflexión a partir del cual sucedan cosas maravillosas.
La penosa situación que nos ha tocado vivir debe ser una excusa para leer, escribir, dibujar y
realizar cualquier tipo de actividad creativa. La imaginación es un arma muy poderosa, y si se utiliza con sabiduría puede hacer del mundo un lugar mejor.
Aprovecho este alegato para dirigirme a todos los creadores, sean de la disciplina que sean: es vuestro momento. La gente os necesita. Contad historias para aliviar las penas de los miserables; esculpid obras de arte que hagan del mundo un lugar más bello; pintad cuadros que adornen las vidas más grises.
El mundo necesita que uséis vuestra imaginación.

lunes, 24 de junio de 2013

2453 kilómetros. Y lo que queda.



A pesar de que este año sólo he estado en siete Ferias del libro, por las doce en las que participé el año pasado, he de decir que la experiencia ha sido igualmente fabulosa. Puedo decir con orgullo que he sido bien recibido en todas las ciudades que he visitado, y que cada Feria me ha aportado un poco más de experiencia y entusiasmo para seguir luchando por mis sueños.
2453 kilómetros. Granada, Córdoba, Valencia, Jerez, El Ejido, Cádiz y Madrid, si bien en esta última no tuve ocasión de firmar libros, aunque fue una buena oportunidad para interactuar con algunos escritores y editores allí presentes, y para conocer en persona la Feria del libro más importante del país.
2453 kilómetros a bordo de mi infatigable Seat Ibiza, con el maletero a rebosar de libros y esperanza. 2453 kilómetros, uno detrás de otro, que me han permitido conocer a gente muy interesante de la que he aprendido mucho y con la que espero tener la oportunidad de trabajar algún día. En Córdoba pude charlar con Antonio de Egipto, de la editorial El Páramo, y en Madrid conocí a Carlos Alonso, editor de Pàmies, y a la escritora y bloguera Inés D. Arriero. También he conocido a escritores de la talla de Clara Peñalver, en Granada, César Pérez Gellida, en Valencia, Carmen Posadas, en Córdoba, o Alberto Cerezuela, en El Ejido, entre otros.
Cada Feria es una oportunidad de darme a conocer, de ofrecer mi novela a los lectores y de recoger críticas, sugerencias y consejos sobre cómo funciona el mundillo editorial. A pesar del cansancio y del pesimismo generalizado del sector, he terminado mi ronda por las Ferias del libro con las pilas cargadas y con más ganas que nunca de seguir peleando.
Alguien me dijo alguna vez que no basta con desear algo; es necesario luchar por ello con todas tus fuerzas. En ello estamos.