Si bien siempre he repudiado las modas en el mundo del libro
(ya sea en forma de vampiros, templarios o cuarentonas subiditas de tono), creo
que el fenómeno de la novela negra es demasiado intenso y racional como para definirlo
como una simple moda. En el género negro, la frontera entre el bien y el mal
aparece bastante difuminada, y los protagonistas suelen caminar por la angosta línea
que separa ambos términos haciendo dudar de sus convicciones incluso al propio
lector.
Entre los factores que han favorecido el auge de la novela
negra, a mi juicio, el más importante es la crisis que nos está tocando vivir. Malversación
de fondos, recalificación de terrenos, corrupción, injusticia… Son palabras que
forman parte de nuestras vidas, acompañándonos cada sobremesa a poco que
escuchemos los titulares de cualquier telediario (yo prefiero ahorrármelos, la
verdad). Nos guste o no, convivimos con unos bellacos que además ostentan una
posición de poder y se limitan a hacer y deshacer mientras los que estamos
abajo no podemos hacer otra cosa que protestar, y a veces ni eso.

Y también al eclosionar el huevo y aparecer dinero en lugar de polluelo, las editoriales se han lanzado a 'exigir' a todos sus escritores la publicación de como mínimo una novela, sino de que firmas 'consagradas' de la literatura han de prestarse con el consabido 'siempre me había apetecido escribir una novela negra y nunca había encontrado el momento'. Así se nos llenan las librerías de novelas dignas de un Farenheit purificador. Y mientras no hay editorial que se precie que no haya creado una colección ad hoc.
ResponderEliminarSlds.