Las librerías "La Traca" y "La Moixeranga" hicieron de maestros de ceremonias, y se encargaron de darme la cobertura necesaria para que los dos días que estuve en aquella ciudad fueran inolvidables. Libreros de los que ya apenas quedan, amantes de los libros, conocedores del producto que venden e ilusionados ante la posibilidad de tener algunos autores firmando en su stand.
La Montblanc echaba humo, y los libreros se mostraban más entusiasmados que yo cada vez que dedicaba un ejemplar. En conclusión, una feria increible, un recibimiento formidable y una ciudad que me acogió con los brazos abiertos.
Me han invitado a volver el año que viene, y no tengo dudas de que lo haré. Lo único que no sé es si habrá una nueva novela para entonces...
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