Más de una vez alguien que ha leido mis escritos me ha preguntado cómo me invento a los personajes. ¿Están basados en gente real? ¿Les pongo nombres de amigos (o de enemigos)? ¿De dónde saco sus nombres?
No creo que haya una sola respuesta a todas estas preguntas. Cuando escribo suelo basar mis personajes en personas reales, de carne y hueso. Si bien me cuido de no dar muchas pistas, siempre hay gente que encuentra coincidencias, lo cual no siempre es bueno. Para mí, es mucho más facil recordar a ese jefe malvado que tuve en una ocasión, o a ese tierno amor de la infancia, o aquella pareja que vi en el autobus. Incluso aquel maromo de un anuncio de perfume. ¿Por qué no? Ser escritor es crear un mundo, en el que viven personajes de tu propia invención. No importa de dónde los saques, pero eso sí: deben estar bien construidos, con una base sólida y unos argumentos congruentes. Por ejemplo, es verosimil crear una abuelita que cocina de maravilla, quiere a sus nietos, y tiene una docena de gatos en casa. Lo que no es aconsejable es que dicha abuelita sea además una excelente francotiradora, por ejemplo. Aunque puede que sí, quien sabe. Ahí dejo la idea...
En varios tratados de narrativa hablan del extraño fenómeno del cambio de papeles. El escritor comienza a contar una historia pero, en un momento dado, la historia se le escapa de las manos, y pasa a ser propiedad de sus personajes. Si un personaje está bien desarrollado, para el lector será facil adivinar, o más bien intuir, sus intenciones, y cómo reaccionará ante las diversas situaciones con las que se encuentre. Llega un momento en todo relato en el que ya no hay marcha atrás, y son los personajes los encargados de decidir qué hacer y cómo actuar. Si, por ejemplo, el protagonista es un honrado policía que combate la corrupción y tiene un espléndido historial, no sería lógico hacer que aceptara un soborno. Si quereis que vuestra obra vaya por ahí, tal vez deberíais volver algunos capítulos atrás y cambiar un par de cosas antes de continuar.
El gran Stephen King es un maestro en lo que el llama la "historia situacional". Primero inventa unos personajes, despues una situación rocambolesca (invasores del espacio, un monstruo que devora a la gente, un pato de goma asesino...), y despues lo junta todo. Según cuenta, son los propios personajes los que llevan la historia a buen término, sin que él pueda hacer nada para evitarlo. Cada personaje actua como debe hacerlo, de acuerdo con sus convicciones, miedos, pretensiones, ya sean heroes, villanos, o alguien que pasaba por allí, haciendo que la obra sea consistente y lógica.
No creo que haya una sola respuesta a todas estas preguntas. Cuando escribo suelo basar mis personajes en personas reales, de carne y hueso. Si bien me cuido de no dar muchas pistas, siempre hay gente que encuentra coincidencias, lo cual no siempre es bueno. Para mí, es mucho más facil recordar a ese jefe malvado que tuve en una ocasión, o a ese tierno amor de la infancia, o aquella pareja que vi en el autobus. Incluso aquel maromo de un anuncio de perfume. ¿Por qué no? Ser escritor es crear un mundo, en el que viven personajes de tu propia invención. No importa de dónde los saques, pero eso sí: deben estar bien construidos, con una base sólida y unos argumentos congruentes. Por ejemplo, es verosimil crear una abuelita que cocina de maravilla, quiere a sus nietos, y tiene una docena de gatos en casa. Lo que no es aconsejable es que dicha abuelita sea además una excelente francotiradora, por ejemplo. Aunque puede que sí, quien sabe. Ahí dejo la idea...
En varios tratados de narrativa hablan del extraño fenómeno del cambio de papeles. El escritor comienza a contar una historia pero, en un momento dado, la historia se le escapa de las manos, y pasa a ser propiedad de sus personajes. Si un personaje está bien desarrollado, para el lector será facil adivinar, o más bien intuir, sus intenciones, y cómo reaccionará ante las diversas situaciones con las que se encuentre. Llega un momento en todo relato en el que ya no hay marcha atrás, y son los personajes los encargados de decidir qué hacer y cómo actuar. Si, por ejemplo, el protagonista es un honrado policía que combate la corrupción y tiene un espléndido historial, no sería lógico hacer que aceptara un soborno. Si quereis que vuestra obra vaya por ahí, tal vez deberíais volver algunos capítulos atrás y cambiar un par de cosas antes de continuar.
El gran Stephen King es un maestro en lo que el llama la "historia situacional". Primero inventa unos personajes, despues una situación rocambolesca (invasores del espacio, un monstruo que devora a la gente, un pato de goma asesino...), y despues lo junta todo. Según cuenta, son los propios personajes los que llevan la historia a buen término, sin que él pueda hacer nada para evitarlo. Cada personaje actua como debe hacerlo, de acuerdo con sus convicciones, miedos, pretensiones, ya sean heroes, villanos, o alguien que pasaba por allí, haciendo que la obra sea consistente y lógica.
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