De todas las ferias en las que he participado, sin duda la de Castellón fue la más didáctica. Allí compartí firmas con varios autores, algunos principiantes como yo, y otros veteranos curtidos con varios títulos a su espalda. Juntos compartimos experiencias y anécdotas, además de valiosos consejos que nos sirvieron para pasar un día muy agradable.
El hecho de que la feria estuviera instalada en el interior de una carpa en plena plaza del ayuntamiento nos libró de la tremenda tormenta que cayó aquel día. Tuvimos la suerte de asistir a la interesante presentación del libro "El atleta espiritual", de Quindel Maihuee, con el que tuve ocasión de intercambiar unas palabras y con el que volví a encontrarme al día siguiente en la Feria del libro de Valencia.
Fue un placer conocer a tantos escritores que, al igual que yo, tratan de abrirse camino en el complicado mundillo editorial. Conocí a Raul Ariza, que acudía a firmar su libro"La suave piel de la anaconda", y a un compañero de la editorial Círculo Rojo, Manuel Macarro Thierbach , que firmaba su novela "La residencia". También compartí mesa con Basilio Trilles, autor de "Tiempo de Valientes", un gran escritor y una mejor persona, cuyos consejos conforman el mejor botín que pude haberme llevado de aquella feria.
También conocí al autor de la recomendable obra "Mientras arde una cerilla", Pepe Catalá. Ex-locutor de radio y amante de los libros, resultó ser una de las personas más interesantes y simpáticas que he conocido en mi pequeña gira. Compartir mesa con tantos buenos escritores fue algo sensacional, y tuve la certeza de que las casi ocho horas de viaje desde Cádiz hasta Castellón habían valido la pena.
Libros y escritores, una buena combinación que me hizo pasar un par de tardes deliciosas en una feria a la que espero volver pronto.
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